jueves, 10 de noviembre de 2011

Gioconda

Como siempre, la Belli me ilumina, me alienta, me conoce...

Escribe, la leo, me veo:

"Recuerdo los días terribles de sentarme al aldo del teléfono resistiendo la tentación de marcar su número(...). La soledad y la angustia me consumían. No sabía estar sola. Me había arriesgado a las balas, a la muerte traficando con armas, pronunciando discursos, ganando premios, teniendo hijos, tantas cosas, pero no sabía cómo era la vida sin que la ocupara el pensamiento de un hombre, el amor de un hombre. No sabía quien era realmente yo sin la referencia de alguien que me nombrara y me hiciera existir con su amor. Me obligué a mirar a mi interior para descubrir sus vulnerabilidades: mi necesidad de amor como reflejo de una carencia escencial que asociaba en demasía mi poder femenino con la sexualidad, la seducción y pasaba por alto y hasta menospreciaba mis otros dones. Dones como la tenacidad, el optimiesmo, la energía de que era capaz cuando un sueño me poseía, la fascinación que me inspiraba el entrelazado de las relaciones entre los seres humanos, y de ellos con la sociedad(...) Aprendí a gozar la populosa soledad de mis pensamientos y el olor frutal de mi experiencia, en la que logré ser buena compañera para mi misma y querer a alguien sin perder mi identidad. "  

En esto estoy. Esta se siento.
Libro, no quiero terminarte.

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